Varios diputados de la bancada PRD manifestaron su apoyo al proyecto de Ley No. 43 que no sólo elimina los reavalúos, sino que disminuye el impuesto de bien inmueble del 2.10% a 0.25%.
Por: www.dpanama.news
DL/Política/20-7-2017-El pleno de la Asamblea Nacional aprobó suspender la discusión en tercer debate, del proyecto de Ley No. 43, que reforma el Código Fiscal y elimina los reavalúos a las viviendas de los panameños.
Los diputados del oficialista Partido Panameñista, José Antonio Domínguez, Luis Vega, Miguel Salas, entre otros, presentaron la propuesta que inmediatamente tuvo el rechazo de la diputada por el PRD en el distrito de San Miguelito, Zulay Rodríguez Lu, quien presentó el proyecto.
“Mientras que la selección de futbol de Panamá jugaba con Costa Rica, tus diputados les metieron un gol, al suspender el tercer debate del proyecto que le salva las casas a todos los panameños”, precisó Rodríguez Lu.
Manifestó que si el pueblo panameño no se une en esta lucha porque se apruebe el proyecto de Ley No. 43, tarde o temprano vamos a perder nuestros hogares, “por favor exijan y luchemos por la aprobación de este proyecto, porque de otra forma van a llorar como hombres y mujeres el no haber defendido su patrimonio familiar”.
Rodríguez Lu reclamó que cada diputado presente volviera a votar, para que el pueblo conociera a su diputado y le reclame él, porque el proyecto de Ley No. 43 es un proyecto social, humano, que elimina los nefastos reavalúos aprobados en la administración pasada.
El proyecto de Ley No 43 estuvo un año en la Comisión de Economía y dos años en el pleno de la Asamblea. Curiosamente presidia la sesión del pleno el vicepresidente Panameñista, Iván Arrocha, en reemplazo de la presidenta de la Asamblea, Yanibel Abrego, que afirmó en su discurso de toma de posesión que no permitiría reavalúos en este período.
Resumen del tema:
Opinión:
Licda. Yesenia Marchena R.
Estudiante de último año en Comercio Internacional
Universidad Interamericana de Panamá.
“Una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse tirando del asa.”
Winston Churchill
Este es el único proceso natural que permite lograr el bienestar para todos.
LIMITE FISCAL TOLERABLE
Como en cualquier economía moderna, la Oferta global o Producto Bruto Nacional tiene cuatro destinos fundamentales, que constituyen la Demanda global o el Gasto Bruto Interno como se lo denomina en términos estadísticos.
(1) Una cuarta parte destinada al consumo de las familias; (2) otra cuarta parte afectada a conservar y mantener el capital gastado o envejecido; (3) una siguiente cuarta parte para acumular nuevo capital a fin de permitir que el crecimiento de la economía acompañe el incremento de la población; (4) por último, una cuarta parte residual que pueda ser tomada por el Estado con impuestos para cumplir sus funciones de seguridad, educación, salud pública, justicia y equipamientos en infraestructura.
En este esquema, la exportación juega un papel decisivo que no debe ser soslayado porque los países la necesitan para poder importar lo que no tienen. De paso, el libre comercio pone un freno a la desmesura de los productores locales.
Por esta razón tan simple y contundente, el límite tolerable de la presión fiscal, o arrebato de recursos privados por parte del Estado, debiera ser inexorablemente del 25 % del Producto Bruto del año precedente y ni un centavo más. Ello tendría que ser solemnemente garantizado por una ley de orden público. Esto y no otra cosa es el verdadero cambio que anhelamos pero nunca decidimos emprender.
El populismo progresista que impera es posible porque toleramos que el Estado quite dinero a unos para pagar los planes sociales de otros, dejamos de crecer para poder consumir y no pudimos habilitar nuevos puestos de trabajo sin subsidios estatales, que terminaron pagando los más pobres.
Estamos como estamos: sin inversiones ni posibilidades de mejora. En estas condiciones el enriquecimiento de algunos privilegiados se hace a costa de la pobreza de los demás, dentro de un marco de violencia social y ahora con la ola de extranjeros sin control migratorio que en su mayoría traen sus problemas sociales en busca de superación y unos cuantos vienen a invertir a Panamá, del cual no sabemos en realidad, si estos mismos ingresos se quedan en el país.
Un contribuyente acorralado, preso, que no puede evitar el pago del tributo. Porque un supuesto de inicio, aquí como en todas partes, es que sólo se pagan aquellos impuestos que no se pueden evadir. (Este no es siempre el caso, pero otra cosa implica una sociedad solidaria, que no es la que tenemos.) Lo importante es seguirle el rastro al impuesto, analizar si una contribución aquí se asimila como un golpe inevitable y sin respuesta, o se traslada lateralmente y en el tiempo de manera que sean los más p… pobres quienes paguen la guayaba.
Podemos decir que¡¡!!
Los impuestos son una simple exacción: quitar aquí para dar allá. El cobro de impuestos no añade absolutamente nada a la producción o a la riqueza. Peso cobrado en impuestos, peso pagado en impuestos por un contribuyente particular y específico. No ha sucedido nada más, ni se ha sembrado media tarea de arroz ni se ha exportado un saco de batatas. Lo que gana el Gobierno lo pierde el contribuyente. Esto es resultado de que los impuestos no tienen contra prestación, el Gobierno los impone (aquí el término no es retórico) en base a su fuerza política. De hecho, dicen los politólogos que el Gobierno, como representación del Estado, tiene tres monopolios que no cede: la emisión monetaria, el cobro de impuestos y la fuerza (las armas).
Hay tres racionalizaciones para el cobro de impuestos: a) el sostenimiento del Gobierno (el mantenimiento del rey y su corte, el pago de la nómina pública), b) la provisión de bienes y servicios públicos (la construcción de carreteras y parques, la salud, educación pública), y c) el subsidio a los más necesitados. Por supuesto que la mitad, no menos, de lo que se cobra en impuestos cae en un subcapítulo, e) corrupción e ineficiencia, el enriquecimiento e ineptitud de los funcionarios públicos. Por ello aumentar la presión fiscal es una batalla campal entre el Gobierno y los contribuyentes, porque están colocados en frentes opuestos. En principio no debía ser así. Si el rey fuese frugal, y la ayuda llegara a los más pobres, los impuestos se convertirían en bienes y servicios públicos a su valor. El país florecería, se vería limpio y solidario, porque lo que distingue el desarrollo del subdesarrollo no es la riqueza privada sino el capital social.
La tradición de los Políticos Criollos ha sido la de “es mejor esto que no hacer nada”, el gasto excesivo por lo menos mantiene las tuberías lubricadas. Aunque no tenga efecto real, aunque provoque inflación. Nos movemos, todos tienen la sensación de que vamos a algún lugar.